Marx decía que el hombre es autor y actor de su propio drama vital. Y así parece serlo en esta novela donde sus personajes se debaten en el desdoblamiento entre sus aspiraciones y lo que pueden realizar, entre lo que desean y sus decisiones a veces sofocadas por ellos mismos.
Son tres amigos: Santiago, Armando y Nicasio. El primero es el sobresaliente e hilo conductor de este drama que se vuelve colectivo sin dejar de ser individual. Los tres se narran a sí mismos y entre ellos —acompañados de otros personajes y lugares que los revelan como son, sin rodeos ni eufemismos.
Los tres usan la cultura y sus conocimientos para afirmarse diletantemente y para no dejarse vencer por la enajenación de sus actividades cotidianas, soslayadas hasta donde ha sido posible. El sexo, sin alegorías y como forma de relación, más en Santiago que en los demás, se desliza a lo largo de la trama acompañado de debilidades y pasiones propias de quien asume su vida entre extravíos.